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"Me encuentro volando y me percato de que debo de estar en un sueño. Una vez lúcido, ralentizo el descenso y me fijo en el paisaje que tengo delante. Tengo ante mí la vista más hermosa que he contemplado jamás. Mi visión parece captar todos los detalles en kilómetros a la redonda. Colinas cubiertas de hierba y árboles perennes se suceden sobre el terreno inferior. El cielo, ¡oh, el cielo! ¡Está pintado de tonos rosas y naranjas, los más increíbles que he presenciado jamás! El Sol a lo lejos parece ponerse y las nubes destacan con sus tonos vibrantes. Me saltan las lágrimas por la belleza absoluta de tal vista. En medio del vuelo, descanso de espaldas y cierro los ojos. . . Me despierto".

 

" Me asombraba lo realista que era todo cuando empecé a aprender a tener sueños lúcidos. Algunos de mis primeros sueños los pasaba simplemente andando y percibiendo los objetos oníricos. Me alucinaban las sensaciones táctiles y viscerales. ¡Sentía las cosas igual que en el mundo diurno! Cuando andaba, notaba el peso de mi cuerpo, el roce de la ropa contra mi piel. Si tocaba algo, notaba su peso y textura, olía el aroma de una flor o el calor del sol. ¿Cómo podía crear mi mente todo esto?"

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